Soy mucho de admirar a personas.
Me resulta muy interesante conocer diferentes perfiles, y aprenderles. Decía José Mourinho en alguna conferencia de prensa que de todos se puede aprender, de unos mucho, y de otros más. Y le compré ese argumento.
Cada persona resulta ser un cúmulo de situaciones: el idioma que le tocó aprender, el huso horario que le tocó disfrutar, la familia, las costumbres, los valores, la religión, el primer salón de kinder, los amigos, y hasta el equipo de fútbol… y precisamente ese cúmulo es el que hace peculiar a cada quien.
Y, cuando empecé a observar más, me percaté de que a cada quien le funcionaba una fórmula.
Si definimos una fórmula sería: una ecuación que relaciona constantes o variables y que se expresa mediante una igualdad.
Pues así es. Sencillo.
A muchos les ha funcionado desvelarse en la escuela para terminar pendientes. A otros les funciona descansar y madrugar. Hay a quienes les gusta trabajar en equipo, hay quienes prefieren trabajar solos. En fin, fórmulas que a cada quien le han dado resultados.
Constantes y variables. Y hablando de esas constantes en mi fórmula lo asemejaría a la FE.
Tener FE resulta innegociable en mi fórmula. Fe en la vida, fe en mi entorno, fe en mi, pero sobre todo fe en Dios, quien siempre me ha sorprendido con un plan mejor al que pudiera imaginar.
Creo y creo, literalmente.
…
La foto es de hace cuatro años, en Semana Santa en un pueblo de Durango llamado Regocijo. Vaya semana, vaya aprendizaje, vaya forma de seguirme conociendo.10 días incomunicada, o quizá más comunicada. Con una media de 10° C. Con una o dos comidas por día. Con el corazón y la mente llenos de pasión y fe. Ingenuamente creí que iba a dar, que iba a vaciarme, cuando realmente regresé tan llena… de paz, de tranquilidad y llena de lo verdaderamente importante. O quizá de lo único verdaderamente importante.
Puede faltar o sobrar ánimo, ganas, energía y hasta convicción en mi fórmula… pero la fe es la constante innegociable.