“No existe hombre tan cobarde como para que el amor no pueda hacerlo valiente y transformarlo en héroe.” – Platón.
El mensaje es claro: sal con un valiente. Esto no quiere decir que intentes, a ser posible, salir con un valiente, no. Quiere decir que salgas con un valiente. Con un valiente o nada.
Nadie debería enamorarse de alguien que, tras el tiempo suficiente, no sea capaz de decirte: “Mi apuesta eres tú”. All in. Todo el mundo merece escuchar, al menos, un “¿Sabes qué? Me la juego contigo.”
Al igual que tú, he visto a personas reaprender un deporte tras perder algunas partes de su cuerpo, he visto a gente trabajar meses sin cobrar para acercarse a un sueño y he visto revolucionar la ciencia a un hombre que no puede vocalizar ni coger un lápiz… y aún así, siempre hay alguien que dice: “no, es que no es mi momento”, “es que estoy centrado en mi trabajo”, “es que salgo de una relación”, y demás excusas para llevarse el polvo pero dejar el mueble. Si hay amor se encuentra la manera.
Vivimos en una época donde no hay dragones que matar ni tierras que conquistar, y donde el acceso a recursos y las oportunidades son tan abundandes que saber lo que se quiere e ir tras ello constituyen el único espacio para el heroísmo.
Hoy, el (principal) problema no es que no se pueda, sino que no se quiera lo suficiente. La mayoría de cosas que no hacemos no es por dificultad, es por falta de amor.
Creo que la valentía es el valor más grande que puede tener un ser humano. Un valiente arriesga, elige, toma partido, se hace responsable y crea su destino. Es el capitán de los optimistas, pues no sólo ve lo bueno sino que lo persigue sin negociar. Una persona así solo puede hacer su vida más rica.
Como le gusta decir a Álex Rovira, “el coraje, más que la ausencia de miedo, es la conciencia de que hay algo por lo que merece la pena que arriesguemos. El coraje es la fuerza del amor al servicio de la conciencia.”
Y es que coraje y amor son atributos que se ven en el espejo: el que ama, arriesga, y el que arriesga, ama.
“Detrás de alguien que arriesga hay alguien que ama”.
Cuando no sepas dónde están esos valientes, fíjate en los que dicen sí diciendo no, pues detrás de alguien que renuncia hay una persona que elige, detrás de alguien que elige hay una persona que arriesga y detrás de alguien que arriesga hay una persona enamorada. donde hay un valiente, hay un amante.
Lo que diferencía a alguien valiente de un cobarde, es que no se queda parado ante la bifurcación pensando en lo que pierde o en lo que renuncia, sino que ve en ti una victoria y ganancia suficiente como para no tener que mirar atrás.
No se echa a un lado pensando que siempre puede venir algo mejor, porque acepta que el mundo es imperfecto, que tú lo eres… que los dos lo son. Sabe que lo importante no es ni la realidad, ni lo que hay, sino lo que puedes llegar a crear, y para eso hace falta ponerse las manos a la obra.
Una persona valiente no está pensando en las chicas o en los chicos que deja escapar, está pensando en ti. Eres su apuesta y su elección, y cualquier otro lugar le parece segunda división. Nunca verás a un valiente haciendo una lista de pros y contras, porque para ellos el amor no es un mercado ni tú un producto más. Las decisiones racionales las deja para el ajedrez y los tipos de interés, nunca para sus sueños.
Nadie se hizo rico apostando en cantidades pequeñas.
Los valientes se la juegan porque “esa aventura no se la pierden”.
Si lo piensas bien, muchos de los dolores de cabeza amorosos que has tenido pordían haberse evitado saliendo con un valiente. Así que, la próxima vez que vayas al mercado de parejas de viaje, sólo tienes que abrir los ojos y mirar de una forma que quizás no hayas hecho antes: en lugar de buscar por la categoría belleza, profesión, estudios o dinero… busca por la categoría sé quien soy/sé qué quiero.