Terminó el 6 de septiembre y con esto se cerraron mis primeros tres años en Monterrey.
Una ciudad que me ha quitado mucho, pero me ha dado más.
Me quitó costumbres, amistades, rutinas, y me ha dado oportunidades, amistades, nuevos hábitos, y muchos sueños más.
Convencida desde hace varios años que la mejor decisión es la que se toma, hoy me despierto y veo ese 6 de septiembre en la pantalla de mi celular.
Qué especial. Y lo he disfrutado tanto que llegó el día sin tanto preámbulo.
Mucha gratitud, en primer lugar a mis papás por creer en mí, y apoyarme en este reto, recuerdo que cuando les dije que había tomado la decisión de moverme de ciudad les sorprendió, estábamos preparando unas vacaciones familiares, y al regreso me quedaban un par de días para volver a empacar, una maleta con ropa, pero sobre todo cargada de ilusiones y de retos.
Con incertidumbres, dudas y muchas decisiones llegué a Monterrey la mañana del 6 de septiembre del 2016. Pasan por mi, desayunamos, y me llevan al lugar donde trabajaría por los próximos 16 meses, llego y me presentan a Adrián, mi primer compañero regio, qué especial conocerlos a todos y haber logrado lo que logramos juntos, ese récord de visitas en nuestro sitio, esas quinielas, y esos tacos mañaneros que disfrutamos tanto.
Ellos fueron mi primera familia regia. Cada quien ha avanzado en su propósito de vida, y ha superado batallas individuales que los ha forjado un montón.
Volvimos a casa para recargar pilas, y regresamos para aceptar un reto inmejorable.
Esa propuesta de trabajar en futbol femenil profesional llegó en el mejor momento. Y vuelve a mi mente la palabra gratitud, por las persona que me fichó, por quienes me recomendaron y por quienes incondicionalmente me han estado llenando de consejos, personal y profesionalmente. Sin duda que si he tomado buenas decisiones es gracias a muchas personas.
Tres años de vivir lejos de la familia, pero cerca del sueño. Tres años de tener libertades, y responsabilidades. Tres años de domingos distintos. Tres años de perderme fechas y fiestas de mi familia y de mis amigos de pequeña, pero tres años de escribir otras tantas páginas de días inolvidables. Tres años de conocer a personas que comparten mis pasiones. Tres años de aprender en el día a día. Tres años más cerca de la redondita.
Tres años viviendo como nómada, pero con mis raíces bien puestas… la escala de valores ha ido ampliándose, y la toma de decisiones también.
Olvidémonos de los límites, olvidémonos de los egos, olvidémonos del medio misógino o de las personas que te buscan frenar… y sigamos convirtiendo todo eso en gasolina, gasolina que prende más el fuego y las ganas de trascender.
Pasarán más días, y ojalá meses y años… y al final todo se sigue reduciendo a momentos. No se cuentan los segundos, se cuentan historias, dice la canción… y así es esto, porque si me piden reducir estos tres años, lo haría con impresiones de personas, risas, abrazos y hasta lágrimas compartidas.
Y muchas gracias a ti, que me lees y me has acompañado en todo esto.
Vamos por lo que sigue, con todo, y por todo…